Estar sin voz no tiene ninguna gracia, y menos cuando haces de mimo (y de gilipollas) para que te entiendan y la gente te mira con cara de ¿ein? Igual esta tarde me acerco al hospital, pero por presión y muy a disgusto, ya que no me apetece que un "médico" chiflado me recete las pastillitas de mi muerte.
Con un cielo gris y caras de perros rabiosos empieza la tarde. Y yo aquí me quedo, pensando en el por qué de ciertas personas, y con ganas de estrangular a alguien, y luego estrangularme a mí, así me quito este dolor de garganta.
Sean felices
martes, 3 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario