Sin embargo, parece inevitable que, en algún momento, me sumerja contra mi voluntad. No me da tiempo a respirar, y me cuesta toda mi energía salir a flote. Como si de repente no supiera nadar, como si llevara piedras en los bolsillos.
No me da miedo. Es más, me da igual, porque en cuanto vuelvo a coger aire, me relajo de nuevo, me quedo flotando, disfrutando. El agua tiene la temperatura perfecta, me acaricia con sus vaivenes. Me da paz.
...Solo espero que en una de estas no me ahogue de verdad.
Esa agua, la veo como si fuera nuestra relacion: cristalina y tranquila, sin la cual no podriamos aguantar respirar un aire que nos incita a hundir. Me encantaria que me aprendas a nadar para flotar a tu lado y disfrutar de la paz que nos procura. Quiero sentir tus vaivienes a ti para siempre. Te Amo.
ResponderEliminar